"en esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Las crisis, aunque atermorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra"
Eugenio Trías.
La resilencia se define como la capacidad de adaptación, para encajar y resistir golpes sin rompernos y volver al estado inicial. Es una capacidad que poseemos la gran mayoría de seres humanos.
La mayoría de estudios demuestran que cada uno de nosotros reaccionamos a nuestra manera tras sufrir un duro golpe, por lo tanto no hay una manera única de superar las circunstancias adversas, por lo que debemos huir de las comparaciones, entre otras cosas porque al otro lo vemos por fuera, y por tanto desconocemos las emociones que recorren su interior.
Nuestro estado anímico tiene una textura elástica. Por raro que parezca la mayoría de personas, tras golpes de suerte o tras grandes desgracias, pasadas la euforia o la depresión del primer momento, a los 12 meses vuelven a ser los de antes. Nuestra maquinaria cognitiva no consciente nos ayuda a cambiar nuestras visiones del mundo para poder sentirnos mejor. "Yo estoy en el paro, pero fulanito tiene una enfermedad grave". Así que cuando después de una hecatombe volvemos a sonreír, alguien podría pensar que es una realidad falsa, pero no es así, es un bienestar real.
Dos de los grandes pilares de los sujetos resilentes son: la conexión con otras personas y el optimismo. Estas personas no solo están muy bien conectados con gente positiva, alegre y optimista, que les pueden ayudar, sino que además saben aprovechar esos contactos. La ayuda emocional que nos pueden brindar los amigos y la familia no tiene precio para poder resurgir de los baches a los que, en ocasiones, la vida nos enfrenta.
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