Entenderse con el otro quizá sea una de las cosas más complicadas del mundo. Solemos pensar que tenemos razón y que nuestra verdad es absoluta, cuando, en realidad, cada persona a vivido cosas distintas que le han condicionado distintas creencias. Tratar de imponer la propia visión al otro es como decirle que lo que nosotros hemos vivido es más real y mejor que lo que él ha vivido.
Algunas personas pretenden que los demás piensen, sientan y actúen como ellas. Parten de normas que consideran justas, lógicas, coherentes y en su fuero interno desean que los demás se comporten de igual modo: "No es lógico que a María le siente tan mal esto¡¡". Pero lógico ¿partiendo de que criterio? ¿Del nuestro? ¿Es acaso mejor rasero que el de María para valorar la situación? .
Flexibilizar las relaciones con los demás tiene que ver con comprender y sentirse comprendido. Se trata de meterse en los zapatos del otro, dejar aparcadas las propias creencias temporalmente y escuchar tratando de entender, situarse en las emociones del otro. Luego podemos explicarle nuestro punto de vista y tratar de llegar a un acuerdo, a una fórmula elástica en que los dos salgamos ganando. Si no podemos llegar a entender a los demás siempre nos quedara el respeto.
Para Jenny Moix, autora de "Felicidad Flexible" (Edit Aguilar) "uno de los errores básicos cuando discutimos con alguien es considerar la discusión como una batalla en la que hay un ganador y un perdedor. Deberíamos ver la discusión como una oportunidad de construir. Yo tengo este punto de vista, tu tienes este otro. ¿Cómo podemos encajarlos?
Cristina Saez.
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