Para afrontar el nuevo mundo necesitamos explorar nuestra parte más emotiva y creativa.
Nuestro cerebro esta dividido en dos hemisferios, el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho. Curiosamente, cada hemisferio procesa la información que recibe del exterior de forma distinta. Cada uno está relacionado con áreas y funciones diferentes. Podría decirse que ambos cuentan con su propia personalidad.
El hemisferio izquierdo, por ejemplo, es el responsable del lenguaje verbal
de las habilidades lingüística, de la capacidad de análisis, de la resolución de problemas matemáticos, así como la memoria y el pensamiento lógico y racional. Es el más intelectual, formal y convencional de los dos; se le da muy bien absorber y almacenar información teórica y numérica, como nombres, definiciones o fechas. Por el contrario, tiende a controlar e inhibir sus sentimientos. Es el encargado de la organización, el orden, la estructura y la planificación. Es muy obediente y disciplinado, y se rige por medio de normas, reglas, protocolos, leyes y procedimientos estandarizados. Y utiliza el miedo para protegernos y mantenernos a salvo de potenciales amenazas y peligros.
Este hemisferio busca certezas y solamente se fija en la dimensión física, cuantitativa, tangible y material de las cosas. Y le cuesta mucho percibir los infinitos matices grises que se encuentran entre los extremos blanco y negro. El hemisferio izquierdo solo considera válida aquella información que pueda demostrarse a través de hecho irrefutables, resultados medibles y datos estadísticos.
El hemisferio derecho, por otra parte, está más vinculado con la experiencia cenestésica y sensorial de todo aquello que sabemos que no puede expresarse con palabras, y que no por ello es menos real. Nos brinda la habilidad de interpretar señales, signos y metáforas, así como la capacidad de soñar y de comprender el significado oculto de las cosas. Este hemisferio nos conecta con la dimensión emocional y espiritual de nuestra condición humana; nos permite sentir la parte cualitativa, intangible e inmaterial de las cosas. Es el más artístico, original y rebelde de los dos; le gusta salirse de la norma e ir más allá
de lo socialmente establecido. No tiene sentido del tiempo y está totalmente centrado y arraigado en el momento presente.
Es experto en relacionarse con los demás. Destaca por su empatía, su compasión y su destreza para detectar los aspectos no verbales de la comunicación. Se le dan muy bien la percepción espacial, el movimiento y la orientación. Tiene una visión holística de la realidad, concibiéndola como una unidad donde todo esta integrado e interconectado. Entre otros dones, el hemisferio derecho nos permite desarrollar la intución, la imaginación, la innovación y el pensamiento creativo; tiene facilidad para visualizar ideas e inventar cosas que no existían y que aparentemente no eran posibles. Y en definitiva, nos nutre de confianza para atrevernos a seguir nuestra propia voz interior y, en consecuencia, recorrer nuestro propio camino.
Los neurólogos han descubierto que ambos hemisferios actúan a la vez. Los dos presentan cierta actividad neuronal, en mayor o menor medida, independientemetne del tipo de tareas que llevemos a cabo. Ninguno de los dos es más importante que el otro; más bien son complementarios. Hoy por hoy, la mayoría de nosotros estamos tiranizados por el hemisferio izquierdo, y es esta descompensación con nuestro hemisferio derecho lo que impide que muchos conozcamos la forma de cultivar la intuición y la creatividad necesarias para reinventarnos profesionalmente.
Borja Vilaseca.
Para terminar, una prueba y una curiosidad. Mira esta bailarina, ¿a qué lado la ves girar?. Si la ves girar en el sentido de las agujas del reloj, en tu cerebro domina el hemisferio derecho, la parte creativa. En caso contrario es tu hemisferio izquierdo el que domina, la parte lógica espacial.
¿Por que sucede esto?. En realidad la bailarina no gira en ninguna dirección precisa, la imagen es un ejemplo clásico de ilusión óptica. Se trata de 34 fotogramas que corren secuencialmente como una película, dando la impresión de movimiento.
¿Por que sucede esto?. En realidad la bailarina no gira en ninguna dirección precisa, la imagen es un ejemplo clásico de ilusión óptica. Se trata de 34 fotogramas que corren secuencialmente como una película, dando la impresión de movimiento.
Yo había hecho este ejercicio y la verdad siempre vi que la mujer giraba en el sentido de los punteros del reloj por lo que predomina mi lado derecho, pero no puedo entender cómo consiguen verla girando hacia el otro lado.
ResponderEliminarAcá no se mueve eso sí...
Jajaja, es muy bueno el comentario, porque a mi me pasa exactamente lo mismo, predomina mi hemisferio derecho, pero no todos vemos la bailarina en el mismo sentido. Yo hice la prueba y mi sorpresa fue cuando alguien me dijo lo mismo que tu, pero exactamente al contrario. Te invito a probarlo con familiares y amigos, veras como tendrás sorpresas.
Eliminar