LAS VACACIONES SON IDEALES PARA PERDER LA NOCIÓN DEL TIEMPO, PARA ESTAR ABIERTO A LO NO PROGRAMADO Y VIVIR DEJANDO UN ESPACIO A LA ESPONTANEIDAD, LA CONTEMPLACIÓN, LA CURIOSIDAD Y EL AZAR.
El escritor Eduardo Zancolli quedó fascinado por este consejo "Regálese una hora diaria para no hacer nada, para caminar sin destino, para estar abierto a lo que no tiene programado". Porque disfrutar auténticamente del tiempo libre significa algo, tan fácil y. tan complicado a la vez, como ser capaz de olvidar que el tiempo existe. Es dejar de sentir que manda el reloj y saber entregarse a un mundo sin reglas ni costumbres, en el que impera el placer de moverse en libertad y en el que el cuerpo decide lo que realmente le apetece, decide cuando se baña, toma el sol, come, duerme, pasea o hace ejercicio.
Todo ello resulta bastante utópico mientras se trabaja, por eso las vacaciones constituyen una excelente oportunidad para abandonar desde el primer día el reloj en la mesita de noche. Este mismo gesto tendría que servir para relacionarse con el tiempo de una forma distinta y lograr que se diluya la ocupación previa, la "pre-ocupación" que invade la mente el resto del año.
Muchos de nosotros pasamos la vida proyectados hacia el futuro, ocupados en una actividad mientras el pensamiento sigue centrado en lo que aún queda pendiente en la agenda, desde que una persona se levanta hasta que se acuesta el tiempo está programado y medido casi al minuto. Es más, en épocas de estrés, se diría estar protagonizando una contrarreloj.
En esa forma de vida apenas hay espacio para la contemplación , el descubrimiento, la curiosidad, la espontaniedad, la imprevisión o el azar. Los deseos y necesidades de un momento ni pueden emerger ni ser atendidos, la rutina suele ahogar por completo la creatividad y la obligación rompe la devoción.
Las vacaciones resultan ideales para congelar el tiempo y darse permiso para vagar sin ideas previas, guiados por la intuición o seducidos por la belleza. En ocasiones, para aprender a borrar el futuro, fuente de inquietud, y vivir el presente con la máxima atención, como si no existiera nada mas.
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